La Plaza Dam es el corazón de la ciudad, seguramente muy cerca estarán los hoteles en Amsterdam que te recibe en esta, tu primer visita. En dicha plaza encontrarás un gran edificio clásico: el Palacio Real, una de las tres residencias oficiales de la reina Beatriz.
Originalmente el Kninkijk Paleis era sólo el Ayuntamiento de la ciudad, el mayor de Europa. Fue construido entre 1648 y 1665, bajo la dirección de Daniël Stalpaert siguiendo las ideas Jacob Van Campens. La obra debía sustituir al antiguo consistorio medieval, que no sólo amenazaba con derrumbarse sino que además se quedaba pequeño para albergar la creciente administración de una urbe en pleno desarrollo comercial, político y militar.
Los datos de este edificio no dejan de asombrar al visitante: el palacio está apoyado en 13.659 pilares de madera y la fachada no tiene una entrada principal. En su lugar cuenta con siete arcos que simbolizan la accesibilidad a cualquier ciudadano.
El tímpano frontal, con relieves de monstruos marinos y alegorías de la Paz, le confiere sensación de movimiento a las formas rectas que dominan el conjunto. La cúpula está coronada por una veleta con los dos símbolos de la ciudad: un barco simbolizando el poderío naval holandés y un perro en recuerdo de los “Perros del mar” que se enfrentaron a los españoles.
El interior derrocha lujo. El suelo de mármol muestra dibujos de los dos hemisferios terrestres y en el techo se distingue un mapa de las constelaciones. Una de las joyas del palacio es la Burgerzaal o Sala de los Ciudadanos, en la que se reunía el pueblo. Tiene 34 metros de largo por 17 de ancho y 25 de altura, y está presidida por una gran estatua de Atlas sosteniendo el Mundo.
El Palacio pasó en 1936 a ser propiedad del Estado y hoy está abierto al público salvo cuando la soberana tiene que usarlo para algún acto oficial.