La Puerta del Sol. Una plaza más a primera vista. Confluencia de calles. A veces pasan frente a nuestros ojos muchas cosas en las cuales no reparamos porque están allí siempre, por obvias. Y cuando vemos a un turista detenido en mitad de la calle mirando algo, reparamos que allí está, que esta es la Puerta del Sol, la famosa, la de las Campanadas, la que cada año vemos por televisión el 31 de diciembre por la noche.
Si vives en la capital, o si has reservado un hotel en Madrid para pasear unos días por ella, o estás participando de un congreso o viajas por trabajo, detente un minuto a mirar.
Visitando la Puerta del Sol
El kilómetro cero de la red viaria española se encuentra en la Puerta del Sol de Madrid. Está bien señalizado con una placa de metal.
Como su propio nombre indica la Puerta del Sol era una de las antiguas entradas de la ciudad, la oriental en concreto. Con el tiempo quedó integrada en el casco urbano y el bastión que la custodiaba fue sustituido por una iglesia. Las transformaciones continuaron impuestas por el transcurso de los años.
La Puerta del Sol ha sufrido grandes cambios en los últimos tiempos. Incluso allí se inauguró no hace tanto la estación de conexión del Metro, para lo cual mudaron a la tradicional escultura del Oso y el Madroño. Uno de los monumentos de Madrid más conocidos y visitados.
El aspecto actual de la plaza es muy diferente al que presentaba el 2 de mayo de 1808, cuando el pueblo de Madrid se levantó contra las tropas napoleónicas. Aunque en la famosa pintura de Goya La carga de los mamelucos no se aprecia, la parte central del lugar no estaba despejada sino ocupada por una manzana de edificios que fueron derribados a mediados del siglo XIX para dar lugar a la plaza actual.
La Puerta del Sol tiene algunos elementos decorativos emblemáticos. Uno de ellos es la pequeña torre que corona el edificio principal, Casa de Correos con Carlos III y hoy sede del Gobierno de la Comunidad Autónoma. En ella está el reloj más popular del país, el que siguen la mayoría de los españoles por televisión (desde 1962) apurando las uvas mientras da las campanadas cada Nochevieja.
También son destacables la figura de Tío Pepe que, con su botella, sombrero y guitarra se salvó del decreto municipal que eliminaba la publicidad de neón de los edificios. Y la figura ecuestre de Carlos III, el mejor alcalde de Madrid, con sus nueve metros de altura y un dispositivo electrónico que aleja a las palomas.
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