A escasos kilómetros de la frontera entre España y Francia, nos encontramos con una pequeña ciudad medieval con un cierto encanto especial: Perpiñán. Una ciudad que tiene una extensa historia vinculada a las coronas peninsulares y con una arquitectura y ambiente que la hacen digna de una visita detallada.
Además, ahora es más accesible que nunca. La línea de alta velocidad de tren entre Barcelona y París está en marcha y ya podemos disfrutar de los servicios del TGV francés desde la flamante estación de Figueras-Vilafant para llegar a Perpiñán ¡en sólo 20 minutos! También puedes salir desde Barcelona o desde Gerona en tren expreso y conectar al TGV en Figueras-Vilafant sin mayor trámite que bajar de un tren y subir al otro.
Una vez en esta villa medieval, nos encontraremos con las muestras de la historia común catalana de toda la zona. Los carteles en la calle, la carta de los restaurantes, los nombres de los hoteles en Perpiñán nos suenan muy familiares.
El castillo de la ciudad es el de los Reyes de Mallorca, una muestra de la importancia que tuvo Perpiñán a lo largo de diversos momentos de la historia. El Reino de Mallorca fue creado a principios del s.XIII y comprendía las Islas Baleares y además el Condado de Rosellón cuya capital era Perpiñán, y Cerdeña, junto con territorios de Montpellier.
El río Tet recorre la ciudad de Perpiñán y su afluente, el pequeño Basse corre frente al casco histórico en un paseo encantador. De las antiguas puertas y murallas se conserva la entrada al casco histórico en el Castillet. A partir de allí la visita se desarrolla por callejuelas bordeadas de antiguos edificios de siglos pasados.
Casas particulares, antiguos palacetes, plazas floridas, la Lonja. Las fachadas muestran hermosos trabajos de herrería y un cierto aire descuidado por el tiempo que nos habla de viejas historias vividas por estas calles.
En ellas, encontramos también algunos ejemplos de arquitectura religiosa muy importantes como la Iglesia Románica del s.X-XII de la cual lamentablemente sólo podemos ver las figuras de su enigmática fachada. Junto a ella se levanta la Catedral gótica en un hermoso ejemplo de su versión meridional, de una nave estrecha y alta, con hermosas vidrierías.
A su lado, el Claustro funerario del CampoSanto se abre como una amplia explanada donde siempre fue lugar de reposo para los difuntos junto a la capilla mortuoria.
Perpiñán es sin dudas una pequeña ciudad que se recorre con facilidad y sorpresa. Encontrando detalles de la vida cotidiana del medioevo y de hoy, confundidos en un ambiente que nos resulta algo familiar. Una escapada a tener en cuenta cuando buscamos una opción para un fin de semana. Si nos alojamos en un hotel en Perpiñán, podremos también aprovechar la playa del Mediterráneo, a sólo 20 minutos de viaje desde esta cálida ciudad histórica.