El Castel Sant’Angelo no suele estar entre las prioridades de una primera visita a Roma. Sin embargo, no es para dejarlo de lado. Primero por su ubicación privilegiada, a un paso de una excelente zona donde reservar un hotel en Roma, sobre el río Tíber e impresionantes vistas de la ciudad y, además, a pasos del Vaticano.
Historia del Castillo Sant’Angelo
Cuenta la leyenda que el Arcángel Miguel se apareció en el techo del mausoleo desenvainando su espada como señal del fin de peste en el año 590, de ahí la estatua actual en el techo y el nombre del edificio.
El edificio original fue construido como un mausoleo en forma cilíndrica por el Emperador Adriano en el Río Tiber cerca de lo que ahora es el Vaticano y fue convirtió en una fortaleza militar en el siglo XIV.
La tradición de enterrar aquí a los Emperadores de Roma fue iniciada con las cenizas de Adriano, guardadas aquí desde un año después de su muerte en el año 138, junto con las de su esposa Sabina y su primer hijo adoptado, Lucio Aelio Vero, quien también murió en 138. Los siguientes emperadores eran también colocados en el lugar, siendo el último emperador del que se tiene registro Caracalla en 217.
Información práctica sobre el Castillo de Sant’Angelo
El Museo Nazionale de Castel Sant’Angelo ocupa esta antigua fortaleza/mausoleo. En el lugar podrás tomar una visita guiada de las exposiciones y también podrás disfrutar de un café y una vista maravillosa de Roma en el techo del edificio. Abre todos los días excepto los lunes de 9:00 am a 7:00 pm. Las taquillas dejan de vender billetes a las 6:30 pm. Y la entrada cuesta 5 euros.
Para llegar al Castel Sant’Angelo puedes coger el autobús local. Muchas líneas pasan cerca: 80, 87, 280 y 492. Si prefieres moverte en el Metro, coge la línea A (naranja) y bájate en la estación Flaminio-Piazza del Popolo, justo a un costado del Castel Sant’Angelo.
Esta es una buena visita para sumar a las que venimos sugiriendo para hacer desde tu hotel en Roma. Recuerda que ya estuvimos en las Termas de Caracalla, el Campidoglio y El Coliseo. No dejes de asomarte a Roma desde la cúpula de San Pedro.
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