Algunos destinos parecen demasiado conocidos. Tal impresión podemos tener si pensamos en hacer un viaje a Alicante, por ejemplo. Sin embargo, hay una visita desde allí que incluimos en nuestros consejos de viaje: la isla de Tabarca.
Se encuentra a 12 millas de la costa y para llegar a ella sólo debemos subirnos a una lancha de transporte desde el puerto de Alicante. Se llega en una hora de navegación, pero si quieres acortar el viaje puedes salir desde Santa Pola.
Una pequeña isla de menos de 2 kilómetros de largo y 400 de ancho en la que se reconoce apenas la figura erguida de su iglesia. Su pequeño pueblo fue levantado en 1770 por encargo de Carlos III para impedir que la isla se convirtiera en una base de piratas berberiscos demasiado cercana a la costa española.
Es así que Tabarca conserva y nos muestra para visitar una fuerte muralla con puertas monumentales y un bastión defensivo extramuros. Apenas unas pocas calles y su iglesia dan cuerpo a un pueblo que, al alcance de la mano desde Alicante, nos lleva a pensar que hemos viajado en el tiempo.
Si piensas llegarte hasta la Isla de Tabarca, recuerda que el espacio de su pequeña playa de arena, apenas alcanza para dar lugar a todos los curiosos y visitantes. Sin embargo, el paseo vale la pena tan sólo por recorrer sus murallas y probar su cocina, hecha a base de la riqueza marina que rodea la isla y que forma parte de una Reserva Natural Marina.
Si quieres dormir en la isla (debes ser muy previsor para conseguir lugar) puedes hacerlo en la Casa del Gobernador convertida en un hotel encantador o en alguno de los hostales del pueblo. Sin embargo, consideramos que es mejor alojarse en Santa Pola o en Alicante mismo.