Sighisoara, la ciudad natal de Drácula
Paseando de noche por las tétricas y sinuosas calles del centro histórico de Sighisoara no me extraña que en ellas se inspirara Bram Stoker para dar vida a su inmortal personaje de Drácula. Aquí nació en noviembre de 1431 Vlad Tepes, Vlad el Empalador, príncipe de Valaquia y cuya historia dio pie para crear al emperador de los vampiros.
De visita en Sighisoara
Sighisoara está situada en la región de Transilvania, 285 kilómetros al norte de Bucarest. Fue fundada en el siglo XIII por una serie de artesanos y comerciantes alemanes. Posiblemente la única diferencia de la Sighisoara de entonces con la de hoy sean sus habitantes. Su aspecto medieval y fortificado no ha cambiado con el paso de los siglos. Su belleza pintoresca y plástica nos transporta en un abrir y cerrar de ojos a la época de las princesas y caballeros… pero también a las oscuras historias del terrible príncipe Vlad.
Su centro histórico está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1999. Derramado sobre una meseta inclinada, está formado por una ciudadela fortificada y un conjunto de pequeñas casas antiguas de tejados rojos y color pastel que parecen correr presurosas por las boscosas laderas. A través de ellas se puede pasear por el laberinto de callejuelas estrechas y empinadas cuyos muros desprenden el aroma de lo añejo.
¿Qué no habrán visto estas piedras?, ¿de qué habrán sido testigos estos muros, que callan tantos gritos y tantas leyendas? Muchas de las casas aún conservan un viejo sótano con bóveda de cañón, además de los talleres en los que los viejos artesanos y comerciantes se ganaban el sustento. Casas de colores llamativos que juegan entre las sombras nocturnas que forman las nueve torres originales que aún quedan en pie de las antiguas murallas.
Símbolo de Sighisoara es la imponente Torre del Reloj, conocida también como la Torre del Consejo. Con sus 64 metros de altura ofrece una panorámica impresionante de la ciudad y todo el valle que la rodea. Es la más importante de las nueve torres medievales que se levantaron en el siglo XIV como bastiones defensivos, aunque un incendio propició que se construyera la actual en 1677. Años antes se colocó el reloj que puede verse en ella.
Recorriendo el centro histórico de esta ciudad podemos ver otros monumentos interesantes, como la Iglesia de San Nicolás, erigida en la parte más alta. A ella se llega a través de una escalera de 175 peldaños. A destacar también la Iglesia Negra o el Palacio del Ayuntamiento. Pero el gran encanto que supone ver las casas antiguas, y muchas de ellas destartaladas, de Sighisoara es lo que precisamente nos lleva a un mundo mágico y con embrujo. Porque lo que destila esta ciudad es misterio, mucho misterio.
Frente a este aspecto desvencijado están las casas de colores llamativos y balcones de flores. Entre bastiones y baluartes grises hay aún un ápice de color que provoca nuevas sensaciones. Podemos pasar por la calle Muzeului para visitar una vieja taberna en la que se muestra una placa que indica el lugar exacto donde nació Vlad Tepes, o simplemente seguir nuestro propio instinto y dejarnos llevar por la maraña de callejones y empinadas cuestas.
Sighisoara sigue siendo una de las ciudades fortificadas medievales mejor conservadas de Europa. No dejaréis de ver tiendas cuyo souvenir más característico es Vlad Tepes o todo lo que tenga que ver con Drácula. Han sabido explotar al personaje en todos los sentidos, aunque no hace falta imaginar mucho, como os decía al principio, cuando de noche nos adentramos por los reductos adoquinados del centro histórico.
Sighisoara merece muchísimo la pena. Si ya tenéis la suerte de que la ciudad se vea envuelta bajo una inmensa capa de niebla, la sensación será mucho más impresionante. Drácula os espera…