El Moisés de Roma
En tu próxima visita a la Ciudad Eterna debes completar tu paseo con uno de los lugares más curiosos de la ciudad de Roma: la iglesia de San Pedro Encadenado o San Pietro in Vincoli.
Esta antigua iglesia, en un barrio lleno de pequeñas trattorias y muy cercana al Coliseo, conserva una de las reliquias mas curiosas de la ciudad: las cadenas con las que San Pedro habría estado atado en su cautiverio. En realidad se trataría de dos, las que tuvo en Jerusalén primero, y las que sufrió en la capital del Imperio después, justo antes de su crucifixión, pero la leyenda dice que un milagro las fundió formando una sola.
En el año 442 d. C. se levantó el templo para acoger los eslabones, ya venerados por peregrinos que acudían para adorarlos, considerándolos auténticos. Se guardan bajo el altar mayor y pueden verse a través de una vitrina.
Pero si miles de visitantes de todo el mundo eligen Roma y esta iglesia para visitar es por la soberbia estatua de Moisés, una de las obras maestras del Renacimiento que esculpió en mármol el gran Miguel Angel Buonarroti. El objeto de la escultura era decorar la tumba del papa Julio II. Al final, el mausoleo no se concretó por los desacuerdos entre ambos y hubo que esperar a la muerte del pontífice para que el artista interrumpiera provisionalmente su trabajo en la Capilla Sixtina y terminara la escultura.
Dice la Historia que la perfección de sus rasgos, el vigor insuflado a una personalidad que rebasa su naturaleza pétrea, llevaron al orgulloso escultor a gritarle a su propia obra un nada modesto“¡Respira!”. Por cierto, si te preguntas a qué se deben los cuernos que hay en la cabeza de Moisés la respuesta es que se debe a un error de la época al traducir la Biblia; deberían ser rayos.
Curiosidades aparte, la zona de la iglesia de San Pedro Encadenado es una muy buena alternativa para encontrar un buen hotel en Roma, ya que se encuentra relativamente cerca de muchas cosas y fuera del circuito masivo.