La Navidad de Japón
En Japón la Navidad también se celebra. Sí, como lees. Está claro que es una fiesta muy cristiana, y que esta religión tan sólo es practicada por el 1% de la población, pero aun así, la globalización también ha hecho mella en Japón, y la Navidad puede palparse en la mayoría de las ciudades importantes.
La Navidad empezó a celebrarse en Japón allá por los años 60. Coincidió con el boom económico de Japón y aunque lo cierto es que se estableció como una fiesta comercial, como muchas las que se instauran en nuestro país venidas de fuera, lo cierto es que es posible encontrar parte de la magia de estas fechas tan especiales.
Hasta aquí bien, los japoneses celebran la Navidad, pero debemos saber que es una versión bastante japonizada, muy distinta a la que estamos acostumbrados.
Lo que más se puede asemejar a nuestra Navidad es la decoración. En Japón también es posible ver árboles de Navidad repletos de luces y adornos, quizá de forma excesiva; y es que no nos olvidemos que eso de las luces y decoración a los nipones muchas veces se les va de las manos. Aun así es realmente bello disfrutar de sus calles completamente iluminadas con mil colores. Calles, casas, plazas, parques y tiendas se ponen su mejor gala, aunque sólo sea para animar a los turistas a comprar. Ni que decir que es un buen momento para viajar a este país, encontrando hoteles en Japón que también se dejan abrazar por esta tradición.
Otra característica de estas fechas la encontramos en el propio día de Navidad, el 25 de diciembre. Para empezar se trabaja. Además los japoneses tienen una costumbre muy curiosa que han ido adquiriendo por influencia americana. La cadena de pollo frito Kentucky Fried Chicken (KFC) ofrece menús especiales en Navidad, y a los japoneses les encanta. Por este motivo este establecimiento está a rebosar durante este día.
Esta tradición comenzó en 1974, cuando KFC lanzó una campaña publicitaria con un éxito arrollador. Así, desde ese día los japoneses tienen pollo frito navideño. Asimismo, también cuentan con un postre especial; y es que en Navidad es tradición que el padre de familia lleve a casa tras el trabajo una deliciosa tarta, normalmente de nata y fresas.
Es curioso, pero lo cierto es que la Navidad, lejos de ser la fiesta familiar a la que estamos acostumbrados, en Japón es un día especial para celebrar con tu pareja. Así, no es extraño ver ese día a un montón de novios celebrándolo en algún restaurante romántico o en algún lujoso hotel.
Papá Noel también llega hasta Japón, así pues, son muchos los niños que también reciben regalos de este simpático hombre con barba y traje rojo.
Si hay algo que fascina es la prisa con la que recogen los japoneses los adornos de Navidad. No es para menos; y es que en menos de una semana estarán celebrando uno de los días más importantes de Japón, el año nuevo.
El Año Nuevo japonés es la fiesta más importante del calendario japonés. Es cierto que antiguamente coincidía con el calendario chino, por lo que era celebrado en primavera. No obstante, a partir de 1873, los japoneses decidieron ajustar esa fecha al calendario gregoriano, por lo que se celebra como aquí, el día 1 de enero. Aun así encontramos muchas, pero muchas diferencias. Para empezar, esta fiesta dura nada más y nada menos que tres días (aunque los preparativos comienzan justo después del día 25). Tres días en los que los nipones trabajan lo justo, algo que teniendo en cuenta su fama sorprende y mucho; y es que el año nuevo es para disfrutar de la familia, jugar a juegos tradicionales y comer un sinfín de platos especiales.
La víspera de Año Nuevo es conocida como Omisoka, un día en el que en las mesas niponas se sirven fideos toshikoshi-soba. La longitud de estos fideos simboliza la esperanza de una vida larga. Esta víspera también es el momento en el que los japoneses se ponen a limpiar como locos su casa; y es que esta limpieza simboliza la limpieza espiritual, y ya sabemos que los japoneses otra cosa no, pero espirituales son un rato.
El 31 de diciembre los templos budistas hacen sonar las campanas, sí, como aquí, con la diferencia de que allí son nada más y nada menos que 108 campanadas, una por cada pasión terrenal que debe superarse.
Tras estas campanas los japoneses se van a los templos para pedir deseos para este nuevo año. Buenos deseos y buena comida, pues el primer día del año se sirve el osechi ryouri, una combinación de diversos alimentos que se colocan en recipientes que se diseñan especialmente para este día.